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Arriauzu: "Si el gobierno cede a la tentación de devaluar, la inflación se disparará y la política perderá"

El economista tucumano Ricardo Arriazu rechazó la devaluación como panacea, criticó la especulación dolarizadora y demandó reformas para ganar competitividad y confianza. A su vez, destacó los sólidos indicadores macro de Argentina pese a su histórica falta de confianza.

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01 nov, 2025 02:39 p. m. Actualizado: 01 nov, 2025 02:39 p. m. AR
Arriauzu: "Si el gobierno cede a la tentación de devaluar, la inflación se disparará y la política perderá"

Durante un evento dedicado a analizar riesgos impredecibles en la economía mundial, el reconocido economista tucumano Ricardo Arriazu enfatizó los errores recurrentes de Argentina al recurrir a devaluaciones abruptas como remedio infalible para sus desequilibrios.


"La devaluación no cambia nada", afirmó Arriazu de manera rotunda, recordando que "Argentina es el segundo país del mundo con mayor devaluación acumulada, después del Congo, y nunca solucionó un problema". En su opinión, ajustar el tipo de cambio no resuelve el atraso, sino que requiere medidas para reducir costos internos. Comparó el fenómeno con "pedirle a un enano que mida tres metros porque cambiamos la unidad de medida. No necesita una nueva regla, necesita una hormona de crecimiento". Esa "hormona" consiste en impulsar competitividad real mediante la eliminación de tributos que distorsionan, el recorte de gastos no esenciales y la generación de un marco previsible para los inversores.


Las palabras de Arriazu formaron parte de la presentación oficial de Lantia Capital, un multifamily office recién creado por Laura Fernicola y Bautista Vassolo. Con base en Buenos Aires, esta entidad se posiciona como una opción independiente, dinámica y adaptable, ofreciendo servicios integrales en asesoría financiera, impositiva, jurídica, contable y en bienes raíces. Los fundadores resaltaron su misión de proteger y expandir el legado familiar de los argentinos mediante estrategias transparentes y de visión extendida, en un panorama donde la certidumbre y la solidez representan recursos preciados y limitados.


Contra la especulación


Arriazu dirigió sus dardos hacia las conductas especulativas en los mercados nacionales, que se activan ante cualquier señal de debilidad. "Desde que se abrió el cepo, el sector privado compró u$s 17.000 millones. No fue por necesidad, fue por desconfianza. Le abrieron la puerta y todo el mundo salió corriendo a comprar dólares", detalló. Para él, el Gobierno debe interrumpir este ciclo vicioso de escepticismo que fomenta la dolarización instintiva. "Si ustedes creen que el dólar no va a bajar y que hay presiones para que suba, ¿qué hacen? Compran dólares. Por eso es fundamental que esta vez el que especuló en contra pierda, para que la próxima vez lo piense antes de hacerlo", expresó, generando eco en la audiencia. Insistió en que la fortaleza del peso no surgirá de controles cambiarios ni de ajustes drásticos, sino de normas confiables que penalicen la apuesta contra la moneda y incentiven la producción. "Con el apoyo financiero de Estados Unidos, el Gobierno tiene margen para sostener la estabilidad. Pero si cede a la tentación de devaluar, la inflación se disparará y la política perderá", alertó.


A pesar de los avances, Arriazu señaló la ironía: Argentina ostenta actualmente "los mejores números macroeconómicos de América Latina", con balance fiscal equilibrado, superávit en cuenta corriente y el gasto público más bajo en 30 años. "Y, sin embargo, nadie lo cree. ¿Por qué? Porque fuimos estafadores seriales", declaró. La falta de fe en el país permanece como el mayor freno al desarrollo. Elogió progresos como la norma fiscal, la veda al financiamiento del Banco Central y la "presunción de inocencia fiscal" como bases para restaurar la confianza. No obstante, el giro decisivo será cultural: "Argentina tiene que dejar de esperar soluciones mágicas y empezar a creer en la consistencia". En esencia, su intervención fue un alegato por el pragmatismo ante amenazas globales como conflictos comerciales o colapsos tecnológicos. "La devaluación no es política económica, es una confesión de fracaso", concluyó.

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